La enfermedad de Parkinson (EP) es la segunda enfermedad neurodegenerativa que tiene más incidencia en la población mundial después del Alzheimer.
La primera descripción de la enfermedad fue hecha por James Parkinson en 1817, a raíz de observar a seis pacientes con los síntomas típicos de la enfermedad, a la cual denominó parálisis agitante. Posteriormente, fue el célebre neurólogo francés Charcot quién le otorgó el nombre de Enfermedad de Parkinson.
El cerebro funciona y se comunica a través del movimiento de sustancias conocidas como neurotransmisores. Los mismos son generalmente sintetizados por distintas células y liberados para actuar sobre receptores de una membrana de otra. De esta forma se van generando integraciones y respuestas celulares conjuntas. Existen muchos tipos de neurotransmisores y uno de los más importantes y conocidos es ladopamina.
La Enfermedad de Parkinson se produce porque las neuronas encargadas de sintetizar la dopamina comienzan a morir. Con el paso del tiempo la dopamina se reduce y comienzan los síntomas. Este neurotransmisor actúa principalmente sobre un circuito cerebral encargado de regular el movimiento y es por ellos que ante su déficit comienzan los síntomas del Parkinson.
Se ha demostrado que la edad es un claro factor de riesgo. La edad media del diagnóstico está en torno a los 55-60 años y la prevalencia de la enfermedad aumenta exponencialmente a partir de la sexta década de la vida.
Cuando la EP comienza por debajo de los 50 años se conoce como forma de inicio temprano o precoz. En casos muy raros, los síntomas parkinsonianos pueden aparecer antes de los 20 años, conociéndose comoparkinsonismo juvenil.
El 90% de los casos con EP son formas esporádicas, es decir, no se deben a una alteración genética concreta. Si bien es lógico que los pacientes con familiares con Enfermedad de Parkinson consulten precozmente ante un temblor, es muy probable que éste se deba a otra causa.
¿Cuáles son los síntomas de Parkinson?
A pesar de que es necesario cumplir ciertos criterios para obtener el diagnóstico de EP, es un trastorno muy heterogéneo. La forma de presentación más conocida y la más frecuente es la que tiene el temblor como signo principal. Es importante entender que existe varias patologías que generan también este fenómeno, por lo que no se debe caer en la falsa conclusión de que cualquier temblor indica que la persona padece EP. Por otro lado, la enfermedad puede presentarse sin que el paciente presente temblor de inicio.
El segundo síntoma que se debe reconocer es la bradikinesia. Consiste en la lentitud para realizar movimientos. Puede visualizarse tanto en el caminar, como en el movimiento de los miembros al realizar actividades. Por último, el tercer síntoma que compone una tríada parkinsoniana característica, es el aumento del tono muscular conocido como rigidez.
A pesar de que los síntomas descriptos son los principales y los que permiten establecer el diagnostico, existen más síntomas en los pacientes que padecen la enfermedad, por lo que la National Parkinson Fundationlanzó los 10 signos de alarma:
- Temblor
- letra pequeña
- pérdida de olfato
- trastornos del sueño
- constipación
- voz baja
- falta de expresión facial
- mareo o desmayos
- encorvamiento de la espalda
- dificultad para moverse o caminar.
Resulta importante remarcar que estos síntomas y signos previamente descriptos se encuentran en otras patologías, como así también, en el envejecimiento normal. Por ejemplo, la pérdida de olfato transitorio puede ser parte de un cuadro congestivo causado por un resfrió. Solo la persistencia y sumatoria de síntomas nos tiene que alertar para hacer la consulta a tiempo.
¿Cuál es el tratamiento?
Como la Enfermedad de Parkinson se debe a la falta de dopamina, su tratamiento se basa en la reposición de un precursor de este neurotransmisor. Su efecto benéfico puede durar varios años. Además existen otros tipos de medicamentos que suplen o complementan el tratamiento descripto. Un tratamiento individualizado y estratégico generalmente muestra una buena evolución. En la actualidad existen tratamientos invasivos quirúrgicos de mayor complejidad, pero hay que tener en cuenta que no todos los pacientes que presentan la enfermedad son candidatos.
Siempre el tratamiento médico debe ser en primera instancia preventivo y una vez instalada la enfermedad el objetivo es lograr la mejor funcionalidad, con la menor intervención.