La mayor parte de las frutas y vegetales que consumimos diariamente son el resultado de un modelo productivo que prioriza la rentabilidad y la eficiencia por sobre la calidad de los alimentos y el cuidado del ambiente. Eso explica por qué existen tantos monocultivos, y por qué herbicidas tan peligrosos, como los que contienen como principio activo el glifosato, son tan populares en el mundo entero.
La agricultura ecológica, por el contrario, pone en primer lugar el respeto por la naturaleza tanto en las etapas de producción, como en las de manipulación y procesamiento de los alimentos. De esta manera, se tienen en cuenta los ciclos naturales y la actividad biológica del suelo, usando un mínimo de insumos externos, y evitando fertilizantes y plaguicidas artificiales.
Un informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) titulado Wake up before it is too late: Make agriculture truly sustainable now for food security in a changing climate (Despíertate antes de que sea demasiado tarde: hacer una agricultura verdaderamente sostenible para la seguridad alimentaria en el cambio climático) está específicamente dedicado al desarrollo de una transformación hacia una agricultura más sustentable.
Por eso, en él, más de 50 colaboradores se refieren a temas como la producción ganadera, el cambio climático, la importancia de la investigación y el uso de la tierra; para alcanzar un sistema diversificado y complejo, basado en pequeñas explotaciones que usen métodos agroecológicos.
¿Por qué? Porque el enfoque agroecológico aporta grandes ventajas sociales, económicas y ambientales que, si son fomentadas a nivel político, podrían ampliarse y garantizar la seguridad alimentaria, un modelo libre de transgénicos y diversificado.
A lo largo de las 321 páginas que lo conforman, el informe identifica algunos de los indicadores claves para lograr esa transformación:
1. Aumentar del contenido de carbono en el suelo y lograr una mejor integración entre la producción agrícola y ganadera. Aumentar, además, la incorporación de la agronomía forestal y la vegetación salvaje.
2. Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en la producción ganadera.
3. Reducir los gases de efecto invernadero a través de zonas turberas sustentables, y el manejo de bosques y pastizales.
4. Optimizar el uso de fertilizantes orgánicos e inorgánicos.
5. Reducir los residuos a través de cadenas de comida.
6. Modificar los hábitos alimentarios hacia el consumo de alimentos amigables con el clima.
7. Reformar el régimen de comercio internacional para la alimentación y la agricultura.
Además, el informe se refiere a los tratados de libre comercio agrícola y señala que habrían producido el aumento de la concentración empresarial, en detrimento de los sistemas ecológicos locales.
Un mundo con hambre no es necesariamente un problema de producción de alimentos, sino de control del mercado. Cuánta más producción a gran escala de acuerdo a la rentabilidad, regulaciones permisivas y uso de transgénicos para volver más efectivo el proceso, mayores son los costos, y menores las posibilidades de acceder a los alimentos.
De esta manera, el informe vuelve a poner de sobre relieve la importancia de tener en cuenta un enfoque agroecológico para garantizar la seguridad alimentaria y el cuidado del ambiente.
Para esto, el apoyo a los pequeños agricultores, la protección de la tierra, el libre intercambio de semillas y elcomercio justo deberían ser prácticas que desde el poder político se fomenten y se potencien para lograr que éste sea el paradigma que prime, en detrimento de aquel que vacía nuestros suelos, nuestros estómagos y bolsillos a favor de un puñado de grandes multinacionales.