Una solidez de conjunto solo comparable a pasajes de las recientes victorias por Liga Mundial sobre Rusia y Francia. Una actitud ganadora que los llevó a defender pelotas imposibles. Y una tarea individual de Facundo Conte (15 puntos) que invita a asociarla a algunas de las grandes noches de su padre, Hugo. Así, con esa mezcla de disciplina, actitud y brillantez individual, Argentina edificó una valiosísima victoria Irán por 3-0 (parciales de 25-23, 26-24 y 25-18) en su debut en los Juegos Olímpicos. Victoria que, por la categoría del rival y por tratarse de la presentación, presagia buenos vientos para el equipo que conduce Julio Velasco.
Se sabía que el duelo con Irán era algo así como el partido bisagra para Argentina en el grupo B. Es que, a priori, Rusia y Polonia aparecen como cuestas difíciles de escalar, en tanto Cuba y Egipto asoman como accesibles, o al menos jugables. Ganarle a Irán en el tercer partido del año entre ambos (con dos victorias de lo asiáticos, ambos por Liga Mundial) parecía clave. Y así se encaró ese encuentro en un Maracanazinho dividido entre iraníes y brasileños por un lado y argentinos por el otro. Dientes apretados, sabia conducción de Luciano De Cecco, firmes en bloqueo Ramos y Solé y una actuación de Facundo Conte sencillamente descomunal tanto en defensa como en ataque, en especial con esas apariciones en posición “6” que tan bien le sientan. Verlo festejar cada punto, propio o de sus compañeros, transmitía la sensación de que no había modo de ganarle. Ni a él ni al equipo todo.
Es cierto: Irán fue un rival fortísimo, sobre todo a partir de la muy buena tarea de su central Seyed, carta excluyente. La cerrada definición de los dos primeros sets habla a las claras de la paridad: fue 25-23 el primero gracias a un toque de Conte, y fue 26-24 el segundo con un notable bloqueo de Solé.
El cierre del ese parcial terminó de volcar el partido. Ya con el potente zurdo González como opuesto en lugar de Lima, y con Poglajen y De Cecco como interesantísima fórmula de ataque, Argentina apabulló a Irán en el tercero. Casi entregado el equipo del argentino Raúl Lozano, todo fue celeste y blanco. Los rostros fieros le dieron paso a las sonrisas, como si hubieran dejado de apretar los dientes para empezar a divertirse, adivinando el final de la historia.
Todos, claro, pero con Facundo Conte como dueño de una actuación consagratoria.
Este martes, a las 9.30, vendrá Rusia. Hay tiempo para disfrutar de una victoria rutilante.