Si algo le faltaba a Juan Martín Del Potro para demostrar que no llegó de casualidad a la final olímpica era exhibir otra vez un gran nivel ante Andy Murray en el encuentro decisivo. Más allá de los vaivenes de los resultados, el argentino demuestra claramente estar a la altura del compromiso ante el número 2 del mundo.
En un eterno segundo game, con oportunidades desperdiciadas por los dos, Murray logró finalmente el quiebre para asestar el primer golpe. Del Potro demostró su templanza al recuperarse en el juego siguiente. Arriesgó más con su derecha, condicionó al británico y recuperó el break. Pero Murray estaba muy concentrado y decidido a sacar provecho de su mayor resto físico: en el cuarto game, enseguida puso a Del Potro 0-40. Y con un error de revés del argentino, llegó el nuevo break.
Pareció que Murray se encaminaba a aprovechar esa ventaja y cerrar el primer set, pero el británico mostró que también él podía sumirse en la inestabilidad. Delpo aprovechó uno de esos momentos para quebrarle el saque en el séptimo game y volver a equilibrar la historia.
Del Potro tuvo chances de pasar adelante en el cierre, pero el escocés se defendió con inteligencia y en el duodécimo game logró un nuevo quiebre con un passing de revés luego de un ataque apurado del argentino. El primer set quedaba para Murray.
Otra vez Delpo mostró en el segundo set que no se iba a resignar fácilmente a quedarse con la medalla plateada. De entrada salió a atacar con todo el saque del escocés y consiguió el quiebre para pasa adelante. Aguantó el embate de su rival y, con un servicio que funcionó a la perfección, llegó arriba al desenlace. Y en un vibrante décimo game, una derecha furiosa le dio el 6-4. El partido estaba en un set por lado.
En el tercer set, Murray siguió martillando con pelotas a diversas alturas sobre el revés de Del Potro. Y aunque el argentino, merced a una gran constancia y a su enorme servicio, bancaba la parada, sus reservas parecían ser cada vez menores para aguantar el ritmo del partido. Así, no extrañó demasiado que el escocés consiguiera un nuevo quiebre en el sexto juego. Algo que ratificó con otro break en el octavo juego para sellar el 6-2. El segundo del ranking estaba a un set de ser bicampeón olímpico.
Entonces volvió a mostrar Delpo que en estos Juegos Olímpicos, cuando parecía que ya no tenía más nada de energía, siempre encontraba algo más de nafta en la reserva del tanque. Le jugó con mucha decisión a Murray de entrada y consiguió quebrarle el saque en el primer game, aunque lamentablemente no pudo sostener esa ventaja con su saque en el juego siguiente. En el tercero logró un nuevo break y levantó de nuevo a la hinchada argentina, pero de nuevo Murray, que lo lastimaba con un revés paralelo con mucho slice, equilibró en el cuarto juego.
Ni así logró Murray que Del Potro bajara los brazos. Volvió a hacer pesar su saque como en los primeros games, y en el séptimo salió a darle con todo con su derecha. Y ahí pareció que era el escocés el que sentía más el ritmo del partido y llegaba con lo justo e incómodo a golpear. Con un buen ataque que cerró con un smash irrebatible, Del Potro logró el nuevo quiebre para pasar otra vez adelante.
El problema fue que cuando Del Potro tuvo que cerrar con su saque, Murray apareció como el enorme defensor que es para bancarse todos los palos que llegaban del otro lado. El argentino levantó un doble break point y luego un nuevo punto de quiebre. Pero en la cuarta chance, el escocés llegó al 5-5 cuando un revés de Delpo se quedó en la red. Tampoco ahí se iba a entregar Del Potro, que se puso 15-40. Y Murray demostró lo grande que es con un gran ataque y un ace para equilibrar.
Ya con su saque, Delpo volvió a quedar contra las cuerdas. Levantó con un gran saque el primer match point. Pero en el segundo, el 2 del mundo atacó con todo y el revés del argentino se quedó en la red. Aunque con caída, era el final para la hermosa historia que escribió Del Potro esta semana. Y que, más allá del color final de la medalla, vale oro