¡Eliminado! El grito de guerra baja de las tribunas despobladas del Mané Garrincha aquí en Brasilia. Los brasileños disfrutan. Los argentinos corren más por inercia que por convicción en los minutos finales del torneo. Argentina empató 1-1 contra Honduras y quedó afuera en primera ronda de los Juegos Olímpicos. Es la crónica de una caída anunciada. Es el eslabón final de una cadena que siempre lució endeble, por causas internas y externas. El equipo de Olarticoecha otra vez fue un rompecabezas desarmado y lo pagó carísimo. Las manos de Rulli no alcanzaron ante los desacoples defensivos. Las llegadas claras no fueron consuelo si el toque final nunca terminaba adentro, ni siquiera de penal.
Este equipo fue tan inestable que cuando más urgido estaba fue cuando mejor juego mostró. El equipo del Vasco salió sin red a jugar contra Honduras. Sabía que sólo un triunfo le servía para seguir en la competencia. Pese a esa presión, se lo notó suelto como nunca antes en el certamen. Consiguió manejar la pelota y el partido ante un equipo que dejaba jugar, esperaba agazapado y apostaba a la contra con tres delanteros.
Argentina, tal como había sucedido contra Portugal y frente a Argelia, desperdició media docena de situaciones de gol claras en el primer tiempo. Siempre faltaba algo. Cuando Correa gambeteaba a tres y lograba limpiar el panorama su remate salía débil. Cuando Calleri lograba correrse del ruido y encontrar su lugar desperdiciaba chances inmejorables, como una volea que tuvo desde el punto del penal y la tiró por arriba. Lo Celso se sumaba al circuito por abajo y Pavón aportaba velocidad por la banda derecha, con un par de buenos desbordes que complicaron a la defensa hondureña, que lucía insegura siempre a punto de quebrarse.
Del otro lado, todo fue de Gerónimo Rulli, el arquero del presente olímpico y del futuro con la selección Mayor. Achicó bárbaro un mano a mano con Ellis y sacó a quemarropa un cabezazo de Lozano. Hasta se dio el lujo de maquillar su infracción que derivó en el penal y tapó el envío de Bryan Acosta desde los doce pasos con una volada perfecta contra su palo derecho. Un instante clave del partido, cuando moría el primer tiempo. Y el arquero le daba al equipo una vida más.
Parecía que era la que tenía en sus pies Correa, tras el penal de Pereira a Calleri en el inicio de la segunda parte. Pero Angel falló: le pegó suave a la izquierda del arquero y la pelota se estrelló en el poste. Desde ese instante, el partido perdió la compostura por completo. Ya no había freno en la mitad de la cancha. Se hizo de ida y vuelta. Argentina jugado, cada vez con menos fichas; Honduras con mucho más espacio para explotar y con chances claritas de aprovechar los desacoples defensivos argentinos.
Entró Gio Simeone para ver si podía hacer lo que no habían logrado Calleri y Correa. Pero enseguida llegó el golpe de nocaut con el penal que Lozano clavó contra el palo derecho.
El gol de Mauricio Martínez, de tiro libre y ya con el tiempo cumplido, fue un consuelo que sirvió de poco. No pudo ser. No tenía que ser. Es cierto que Argentina pudo haber seguido en los Juegos y también es cierto que jugó bien contra Honduras y que mereció mejor suerte. Pero su destino estaba marcado. Cosechó nada porque no hubo siembra. Y esta mancha quedará grabada en su rica historia.
Formaciones
Argentina: Rulli; José Luis Gómez, Gianetti, Vega, Soto; Ascacibar, Mauricio Martínez, Cristian Pavón, Giovani Lo Celso, Angel Correa; Jonathan Calleri. DT: J.J. Olarticoechea.
Honduras: Luis López; Jonathan Paz, Marcelo Pereira, Allans Vargas; Bryan Ramírez, Bryan Costa, Allan Banegas, Brayan García; Albert Elis, Anthony Lozano, Romell Quioto. DT: J. Pinto.