En noviembre comenzará un ensayo de transformación y conversión industrial que el Gobierno evaluará como un potencial punto de partida para otros rubros. Ese mes comenzará una liberación en los aranceles especiales y trabas para la importación de notebooks y computadoras de escritorio, productos que a su vez dejarán de producirse en el país. A cambio, los casi 1.000 trabajadores que, fundamentalmente en Tierra del Fuego, fabrican estos bienes; pasarán a otras líneas de ensamblaje, especialmente aires acondicionados y televisores de última generación. La idea es que sin perderse puestos de empleo, cambiando los productos fabricados en el país puedan bajar los precios de otros bienes que se consideran clave para mejorar la competitividad tecnológica en la Argentina. La idea es que bajen los precios de las computadoras, que ingresen al mercado interno productos de última tecnología mundial a un precio mucho más razonable que el actual. Hoy el país tiene los más altos del mundo en estos rubros, y resulta más barato ir un fin de semana a Miami a comprar un aparato de alto nivel y volver que adquirirlo en un comercio en Buenos Aires. A cambio dejarán de fabricarse dentro de las fronteras (en realidad, ensamblarse), pero sin perder puestos de trabajo y concentrándose en otros productos (electrodomésticos y artículos electrónicos), donde la producción local tiene mayor nivel de competitividad y, se espera, pueda abastecer un alza en la demanda local para este fin de año. Especialmente en los aires acondicionados producidos dentro del país. Para un segundo momento, se intentará comenzar a abrir mercados internacionales para enviar parte de esta producción, en especial en otros mercados latinoamericanos o el norte de África.
El acuerdo para este recambio fue negociado a cinco bandas: el Ministerio de Producción de Francisco Cabrera, los empresarios que fabrican en Tierra del Fuego, los sindicatos de esa provincia, los importadores y compañías de tecnología y las megacadenas de venta, las que, en muchos casos, son además armadoras también en el sur argentino. La idea es que este proyecto sirva después de ensayo para otros sectores de la economía, donde se considera que la producción nacional es cara en dólares y la necesidad de tener ciertos bienes en el mercado argentino (por cuestiones de competitividad), mucha. Para el Gobierno, que haya en la Argentina computadoras de última generación, tanto para las empresas como para los particulares, es fundamental para mejorar las condiciones en productividad del país; y, se considera, que la protección actual a la fabricación de este rubro en Tierra del Fuego, trae más costos (incluso en dólares) que beneficios. Pero se tiene en cuenta también que no se pueden perder puestos de trabajo, con lo cual debe haber garantía de reconversión laboral dentro de las mismas empresas y dentro de esa provincia para los empleados de esas líneas de ensamblaje.
Las únicas notebooks que continuarán fabricándose en el país serán las afectadas al plan "Conectar", que tienen un diseño y software especialmente preparado para ser colocados en la Argentina. Se promete que comenzará a haber en las góndolas de los comercios locales, los mismos productos que se pueden comprar en el exterior, y a un precio más razonable que el actual. O que al menos no costará más barato ir a Miami a adquirirlos, pasando dos o tres días de playa.