Los cero kilómetro que cuesten entre 530 mil y 1,2 millón de pesos bajarán su valor, producto de la eliminación de la primera franja de los impuestos internos a los autos. Hoy el gravamen escala al diez por ciento: su anulación equivaldría a una reducción de entre el siete y el ocho por ciento en el costo del vehículo porque en procura de sostener el volumen de ventas, las automotrices no habían transferido el total del impuesto al precio final. Por motivos de comercialización, el traspaso de la tasa había sido parcial, lo que explica la discrepancia entre los porcentajes aplicados.
La carga tributaria afecta a los modelos cuyo valor de fábrica oscila entre 380 mil y 800 mil pesos, precios que en las concesionarias se alimentan del 21 por ciento del IVA y del margen de comisión de naturaleza variable. La medida del Gobierno recreó un escenario de suspicacias. Desde el anuncio de la reforma tributaria a fines de octubre, la actividad en los concesionarios mermó. El caudal de ventas se detuvo: los consumidores postergan la compra de vehículos a la espera de que el cambio tributario se manifieste en los precios.
Ante esta coyuntura, el gobierno nacional estudia enviar por decreto la eliminación de los impuestos internos de la primera escala. Su propuesta original era integrar la medida a la reforma tributaria elevada al Congreso. Pero ahora apremiado por la dilatación en el tratamiento legislativo de una iniciativa que acumula modificaciones en detrimento del proyecto original y por la paralización en las ventas del segmento superior, la solución sería sacarlo por decreto en el corto plazo. Se estima que antes de fin de año la medida será publicada en el boletín oficial y empezará a regir de inmediato.
La supresión de la primera escala de impuestos internos impactará en el valor de 150 modelos del parque automotor nacional. De acuerdo a una investigación de Franco Roland, economista de la consultora Abeceb, en el país hay una oferta de mercado de 861 automóviles: 329 modelos pagan el diez y el veinte por ciento de arancel.
En orden alfabético, los 150 modelos y sus respectivas versiones que deberán bajar su precio por la eliminación del impuesto: Alfa Romeo Giulietta, Audi A3, A4, Q2 y Q3, BMW Serie 1, X1 y Serie 2, Chevrolet Captiva y Trailblazer, Citroën C4 Picasso, toda la línea DS (DS3 y DS4), Ford Kuga, S-Max y Mondeo, Honda HR-V y Civic, Hyundai Creta, Tucson, i30 y Santa Fe, Jeep Renegade, Compass y Wrangler, Kia Sportage, Mercedes-Benz Clase A, Clase B, Clase C, GLA y Vito, todo el portfolio de Mini, Peugeot 408 tope de gama, RCZ, 3008, 508 y 5008, Toyota SW4, Camry, Prius, Innova, RAV4 y 86, las últimas unidades del Renault Mégane RS, Volkswagen Golf GTI, New Beetle, Passat, Vento GLI y Scirocco, y Volvo V40.
Las automotrices ya tomaron posturas en virtud de la promesa de la quita impositiva. Toyota anunció que devolverá la diferencia en efectivo a aquellos clientes que adquirieron sus vehículos alcanzados por el diez por ciento de la carga tributaria. También algunas marcas premium están ofreciendo descuentos superiores al cinco por ciento de los modelos afectados por la rebaja en su precio, aunque de manera aleatoria, informal y a efectos de una negociación presencial.
Otro fenómeno que deberán dilucidar las terminales automotrices es el valor de los modelos que tenían limitado su costo a riesgo de que la alícuota del diez por ciento se traduzca en el precio. Algunas versiones tope de gama podrían incrementar su valor, liberados ahora del impuesto interno. Las compañías temen que la suba del precio de lista de algunos modelos genere antipatía en contraste con una reducción del precio de buena parte del mercado. Situaciones contemporáneas al cierre del año, un 2017 que se ubicará por detrás de 2013 como el segundo mejor año de la historia en el patentamiento de vehículos.