La tentación es inevitable, tanta como la necesidad. De una dupla conformada por Scocco y Pratto sólo se puede esperar desequilibrio y goles, y River -si Gallardo ratifica lo probado ayer a la mañana- los juntará por primera desde el comienzo de un partido este mismo domingo.
La razón principal de la eliminación de la pasada Libertadores a manos de Lanús no fue el déficit ofensivo, al menos en esas semifinales, pero probablemente otra hubiera sido la historia si el equipo ya contaba con un acompañante a la altura de Nacho. Un déficit manifiesto ante la intempestiva salida de Alario.
Pratto reveló, de manera oportuna aunque sonó realista, que en charlas con su amigo Sebastián Domínguez le decía que le gustaría jugar con Scocco porque “hace todo bien”. El Oso calificó como un error propio haber jugado un rato con Huracán al no estar al 100% desde lo físico, en esa derrota en la que no tuvo contacto con su nuevo socio. Ya con Olimpo, en un par de encuentros, mostraron lo que pueden brindar.
En la teoría, en ese terreno en el que todo sale bien, Scocco necesita más a Pratto que Pratto a Scocco en este momento. Porque el atacante de los 17 goles en 24 partidos prefiere no ser la principal referencia de área, le gusta salir a jugar y aprovechar los huecos que le deja un compañero más robusto (Pratto es el único de esas características en el plantel). En tanto, el Oso podría compatibilizar con Borré o Mora, independientemente de la jerarquía de cada uno.
Driussi y Alario dejaron la vara muy alta por simbiosis, generación de peligro y goles. Pratto y Scocco no son bebés como para desconocerlo y tienen la calidad como para emularlos y hasta superarlos.