En el fútbol argentino ya casi no se habla de fútbol sino de arbitrajes. El primero fue Marcelo Gallardo, técnico de River, durante la pretemporada que su equipo realizaba en Miami: pidió tener "la guardia alta" por Claudio Tapia, presidente de AFA, y Mauricio Macri, presidente de la Nación, ambos hinchas de Boca confesos.
Las declaraciones del Muñeco retumbaron en la prensa, en los vestuarios y en las tribunas. Rodolfo D'Onofrio y Matías Lammens, presidentes de River y San Lorenzo, respectivamente, se sumaron a las sospechas. El del Ciclón dijo que le molestaba que Tapia hubiera ido al cumpleaños de Carlos Tevez la misma noche del polémico arbitraje de Silvio Trucco en el Nuevo Gasómetro.
En el Xeneize prefieren no hacer olas porque consideran que hablar sobre el tema sería legitimarlo. Y piensan que si Boca está puntero hace 435 días no es por regalos arbitrales sino por cuestiones futbolísticas. Sin embargo, reuniones como las de Macri y Guillermo Barros Schelotto en la Casa Rosada parecen ir en el sentido contrario.